Opinión de la Costa: ¿Cuántos años lleva usted en el negocio de los libros y cuál es la dinámica de la librería? Juliá: En el negocio de los libros hace 25 años que estoy, y acá en la Costa hace 22 años que vengo. La dinámica tiene que ver con poner la mercadería cerca de la gente, que el que se acerca pueda ojear los libros. Es lo que se acostumbra hacer en las librerías de la Capital: que la gente entre en confianza con el libro. También la idea es que no gaste tanto y que puedan canjearlos. Hay gente que viene con parvas de libros de la casa porque no puede gastar. ―¿Cuánto tiempo está abierta la librería? ―Trato de venir en los últimos días de diciembre, y me quedo todo enero y febrero. En marzo voy a atender un puesto en Buenos Aires, por los textos escolares. Después trato de venir los fines de semana largo. ―¿Hay libros nuevos y usados? ―Hay de todo, también revistas y discos de vinilo, que son el fuerte de la librería. ―¿Qué es lo que más busca el cliente acá en la Costa? ―Hay un grupo que viene de Mar del Plata y de San Clemente del Tuyú. Pero por lo general lo que más se venden son novelas pasatistas. ―¿Percibe alguna diferencia entre el cliente turista y el residente en la Costa? ―Los turistas por lo general buscan novelitas para pasar el rato. Con la gente que vive acá en la Costa, yo tengo a muchos clientes que me esperan, que me llaman a Buenos Aires para preguntarme cuándo voy a volver. El problema con las librerías de acá, es que están sujetos a lo que les mandan de Buenos Aires. Uno de los clientes asiduos, que es también mi amigo, es el secretario de Turismo Rodrigo Torre, un ferviente admirador de los discos de vinilo, de los 60s y 70s. Lo conocí hace 4 o 5 años, en Buenos Aires. ―¿Qué precios se manejan en esta temporada? ―Tengo mesas de libros desde 30 pesos. Después van subiendo a $40, $50. ―¿Qué le estaría faltando a la difusión del libro en el Partido de la Costa? ―Estaría bueno que se organizara una Feria del Libro. O actividades como la “Noche del libro” que se hace en Buenos Aires, donde se sacan los libros a la calle con ofertas. Yo si puedo bajar los libros lo bajo, el comerciante no entiende que es preferible vender más cantidad y más barato a vender menos y caro. ―¿Quedan aún los libreros de las llamadas “librerías de viejo”, que eran grandes lectores y podían orientar y recomendar al cliente en sus lecturas, comparado con los actuales empleados de las cadenas de librerías? ―Acá estamos diferenciando entre el librero de barrio, y la nueva forma de hacer márketing. El librero de barrio siempre va a existir. A mí muchos clientes me piden que les recomiende un libro, el secreto está en la contratapa: por lo menos conocer de qué trata lo que tenés a la venta, y después claro, uno puede orientar desde sus propias lecturas. El librero de las cadenas de librerías sabe no más que de márketing, les dicen “tienen que sacar esto” y listo. Al librero de barrio le sobra el tiempo, puede estar 20 minutos charlando con un cliente. Además, uno también aprende de la gente cuando charla.